Entrevistas

«Cuando esto acabe me meteré en el estudio y le daré vueltas a todo lo que ha pasado»

El pintor cordobés Rafael Cervantes cuenta su experiencia y cómo su proceso creativo se ha visto afectado por la cuarentena

Publicado en Insitu Diario el 31 de marzo de 2020

Foto: Rafael Cervantes

En esta primera entrega de ‘Estado de arte’, el pintor cordobés Rafael Cervantes Gallardo cuenta su experiencia y cómo su proceso creativo se ha visto afectado por las medidas de cuarentena a raíz de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.

Son muchas las profesiones que de golpe y porrazo han visto cortada toda su actividad y fuente de ingresos económicos, además de vivir en un constante estado de preocupación y desmotivación. Esto se hace especialmente duro en el intrínseco mundo del arte que tanta implicación e inspiración necesita. ¿Habrá hecho del confinamiento su nueva musa?

Rafael Cervantes Gallardo es pintor figurativo y está especializado en retrato. Lleva aproximadamente 35 años creando historias a base de pinceladas. Aunque la expansión del coronavirus ha repercutido en su forma de trabajar, se ha traído un pedazo de su estudio a casa para seguir dando forma y acabando los encargos que tenía pendientes.

Su rutina apenas se ha visto alterada: aunque no pueda pisar su estudio, sigue produciendo desde por la mañana. Piensa que, cuando toda esta crisis acabe, «posiblemente me haga más introvertido» porque «echo de menos mi estudio; cuando esto acabe me meteré en él y le daré vueltas a todo lo que ha pasado para hacer cosas sobre esto».

El artista cree que se acentúa la creatividad en circunstancias adversas como lo es esta cuarentena. En su caso, justo cuando se declaró el estado de alarma aquel 13 de marzo, sin pensárselo dos veces, «decidí coger el coche y en un par de bolsas cargar todo lo que pude: tablas, formatos, una cajita pequeña de acuarelas, lápices, pinceles y los encargos más pequeñitos que podía entregar», explica.
A pesar de contar con un caballete pequeño y tener menos colores, sigue trabajando en aquellos trabajos que sus clientes, de acuerdo con las medidas dictadas por el Gobierno, tienen permiso para desplazarse y recoger el encargo. El resto de creaciones están a la espera de que concluya el confinamiento.

En las últimas semanas ha recibido encargos «pequeñitos» de personas que no se esperaba. «Son personas que no son clientes habituales». Muchos de estos encargos están inspirados en fotografías familiares y recuerdos y cree que «son cosas que tenían pensadas y que ahora, que tienen más tienen más tiempo, se han decidido a hacer».

Ha intentado mirar el lado positivo de esta experiencia y ha retomado temas y técnicas que tenía olvidadas. Asegura que le ha venido bien para trabajar la creatividad. Es por esto por lo que ha iniciado su propio diario de bitácora, en el que cada día dibuja un pequeño recoveco de su casa en las hojas de un bloc de notas y lo cuelga en su página de Facebook. Esto hace que se mantenga activo. Comenta que la gente le escribe y le dice que está esperando el siguiente dibujo, «es una pequeña ilusión».

Tan solo dos días antes de que esta situación se disparase y entráramos en confinamiento, inauguró Breviario de dones y afectos en el Colegio de Abogados, una exposición de 35 retratos en los que llevaba trabajando un par de años. Según cuenta, la exposición sigue montada, ya que no hubo tiempo de recogerla.

Cree que su forma de vender no cambiará porque «la pintura se vende por la gente que te conoce y del boca a boca, no lo puedo hacer de otra forma, ni me lo planteo». «Espero que sea una pesadilla muy larga. Habrá cambios, pero espero que los mínimos posibles», manifiesta.

Asegura que no sabe cómo se verá afectado el oficio, pero «la pintura no es un producto de primera ni de segunda necesidad, se compra arte cuando o tienes la posibilidad de comprar o tienes un dinero ahorrado, y esto sucede cuando la economía va bien». «Si la gente sale mal parada de esta, va a ir a cubrir sus primeras necesidades como son pagar la hipoteca, el alquiler o la guardería», afirma.

Si algo bueno podemos sacar de esto es que en cuestión de meses vamos a pasar de la desconexión absoluta con el mundo a valorar más que nunca lo que tenemos y a las personas y profesionales esenciales en nuestro día a día. «Es una pena que tengan que llegar este tipo de cosas para valorar lo que tenemos a medio metro o a dos minutos», reflexiona el artista.

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